Crash de Paul Haggis fue la película ganadora del Óscar a la Mejor Película en 2005.
La narrativa implícita en esta película tiene connotaciones estrechamente vinculadas con la posmodernidad.
La temática principal aborda cuestiones relacionadas con el racismo y la xenofobia en la ciudad de los Ángeles. En Crash permanecen varias historias narradas a la vez, y su hilo generador y conductor son los personajes que pasan por diversos escenarios.
El discurso narrativo gira en torno a un hombre que es asesinado y precipitado en una cuneta. A lo largo de treinta y seis horas irá evolucionando la historia a través de las personas que se van entrecruzando. A la vez que se desarrolla esta "trama principal" coexisten hilos narrativos secundarios que ayudan a comprender el significado de la historia principal. Además, se amplían los significados con la visión de diferentes perspectivas.
Tanto la temática como las narrativas son fragmentarias: diversidad social, pluralidad de culturas, personajes que se cruzan en las distintas historias, ... Las piezas van encajando en la estructura del relato a modo de collage.
Las diferentes historias son abiertas y no se desarrollan de forma sucesiva (primero una y después la otra), sino que se van tejiendo como una especie de "contrapunto". Aunque las historias se van entremezclando unas con otras de forma simultánea, son los personajes que aparecen en estos relatos los que aportan coherencia a la totalidad de la narrativa.
En esta estética cinematográfica destaca la ausencia de causalidad (causa-efecto), todo queda relegado a la incertidumbre, el "caos", el azar.
Esta estética narrativa se puede relacionar con el ámbito de las ciencias musicales. El compositor Anton Webern, nacido en Viena emplea micro-series en la textura musical. Estas connotaciones puramente musicales se extrapolan al ámbito de las artes y se les asigna la denominación de "puntillismo".
Como ejemplo de la estética "puntillista", vamos a apreciar la obra de Webern "Cinco movimientos para cuarteto de cuerdas Op. 5.
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