Los seres
humanos a lo largo de los años han intentado plasmar las imágenes de la
“realidad”, ya sea a través de la escultura, pintura, fotografía, dibujos, en
cine o en vídeo. EL mundo digital ha revolucionado el ámbito de las imágenes
con el código binario. Al igual que la música electroacústica se basa en la
manipulación y modificación del sonido con diferentes plug-ins (reverberación,
distorsión, …), pues lo mismo ocurre con el vídeo y la fotografía. Otro dato interesante es que este sistema
permite un coste barato de estos soportes tanto a nivel profesional como
doméstico, por tanto, muchos ciudadanos se pueden permitir tener estos
recursos. Por ejemplo los móviles. Lo que está claro, es que es una comodidad
tener en el móvil cámara de fotos, vídeo, Internet, … Todos estos recursos son
muy fáciles de manejar por cualquier usuario lo que a su vez, facilita la el
mercado/ la venta de estos productos (que en muchos casos se han convertido en
esenciales en la Sociedad de la Información y de la Comunicación, la era
digital). Estos avances tecnológicos repercuten en las ventajas que ofrecen al
transformarse en señales digitales (Aparici, García Matilla, Fernández Baena y
Osuna Acedo; 2008:53):
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Una mejor calidad de la imagen y el sonido con mayor
resolución, nitidez, color de la imagen y ausencia de pérdida.
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Inmunidad a ruidos externos.
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Compatibilidad entre diversos soportes.
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Flexibilidad para la manipulación y creación de nuevas
imágenes y sonidos.
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Mayor capacidad de almacenamiento por la mejora de la
compresión de los archivos.
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Mayores posibilidades de difusión.
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Reducción de tiempo y costes.
En cuanto a los
puntos, se pueden considerar como “puntos de inflexión”, ejes fundamentales
donde giran las restantes partes de la composición. Estos puntos se generan
tanto a nivel de representación como a nivel sonoro, “puntos sonoros”. Como ya
hemos comentado en el primer capítulo del libro “El sujeto en la pantalla”
(Arlindo Machado) determinados sonidos (ruidos a modo de efectos especiales) o
ligeras líneas melódicas son empleadas para resaltar o enfatizar algunos
instantes de la representación. Recordemos que el silencio también forma parte
del discurso musical, audiovisual.
La línea se
puede considerar la dirección del discurso rítmico-melódico de la composición
musical o de la representación. Además de esa dirección, necesaria a la hora de
crear aporta coherencia, unidad al conjunto de los elementos que forman la
composición. Las líneas también se pueden aplicar en el crescendo o decrescendo
de las dinámicas del sonido. Se puede jugar con los matices, que generan
tensión o distensión a través de los crescendo o decrescendo graduales. También
el juego de dinámicas nos permite emplear jugar con matices extremos (ppp, fff;
por ejemplo). Son recursos sorpresivos, inesperados (en muchas ocasiones).
Debemos partir
de una forma global, totalitaria que está a su vez estructurada en franjas más
pequeñas. Estas unidades estructurales son las que se complementan de modo
sucesivo, yuxtapuesto, … y dan ritmo, orden y unidad a la composición. En el
caso de la imagen los recursos utilizados serían las figuras geométricas en
varias formas, jugando con las dimensiones.
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